“¿Puede la fe crecer de la mano de la duda?”, se pregunta el Papa Francisco. “Sucede porque somos humanos, y la fe es un regalo tan grande que, cuando lo recibimos, no podemos creerlo. ¿Será posible? El diablo te pone dudas, luego la vida, luego las tragedias: ¿por qué Dios permite esto? Pero una fe sin dudas no va. ¿Estaba Jesús hombre, en el Huerto de los Olivos, contento? “¿Por qué me has abandonado? Pensar en ser abandonado por Dios es una experiencia de fe que han tenido muchos santos y también muchas personas hoy, que se sienten abandonadas por Dios, pero no pierden la fe. Custodian el don: en este momento no siento nada, pero guardo el don de la fe. Al cristiano que nunca ha pasado por estos estados de ánimo le falta algo, porque significa que se conforma, se acomoda. Las crisis de fe no son fracasos contra la fe. Por el contrario, revelan la necesidad y el deseo de entrar cada vez más en las profundidades del misterio de Dios. Una fe sin estas pruebas me hace dudar de que sea una fe verdadera”.
El diluvio bíblico y el riesgo que corremos
Francisco habla entonces de la ira de Dios, que “es contra la injusticia, contra Satanás. Se dirige contra el mal, no el que proviene de la debilidad humana, sino el mal de inspiración satánica: la corrupción generada por Satanás, detrás de la cual van hombres individuales, mujeres individuales, sociedades enteras. La ira de Dios pretende hacer justicia, “limpiar”. El diluvio es el resultado de la ira de Dios, la Biblia lo dice. Es una figura de la ira de Dios, que según la Biblia ha visto demasiadas cosas malas y decide acabar con la humanidad”. El Papa explica que la narración bíblica, según los exegetas y biblistas, “es un relato mítico. Pero el mito es una forma de conocimiento”. Mientras que para los arqueólogos “el diluvio es un relato histórico porque encontraron rastros de una inundación en sus excavaciones”. Una gran inundación, quizá debida al aumento de la temperatura y al deshielo de los glaciares: lo que ocurrirá ahora si seguimos por el mismo camino. Dios desató su ira, pero vio a un hombre justo, lo tomó y lo salvó. La historia de Noé muestra que la ira de Dios también es salvadora”.
Prudencia
Francisco habla entre otras cosas, de la prudencia. “Para algunos, la prudencia sería una virtud pura, sin contaminación. La prudencia, sin embargo, es la virtud del gobierno. No se puede gobernar sin prudencia, al contrario. Quien gobierna sin prudencia gobierna mal y hace cosas malas, toma malas decisiones, que destruyen al pueblo, siempre. La prudencia en el gobierno no siempre es equilibrio. A veces la prudencia debe ser desequilibrada, para tomar decisiones que produzcan cambios. No es tan fácil tener prudencia. Hace falta mucha reflexión, mucha oración, pero sobre todo hace falta empatía. La prudencia va de la mano de la simpatía, de la empatía, por las situaciones, las personas, el mundo, los problemas.”